Vaca roxa que alguien llindiaba en Somiéu (Fruela Fernández). |
CIENTO CINCUENTA Y DOS
parados menos
el mes de abril —
sencillos casi
de nombrar,
de
saludar.
Grama en el cauce
desecado
del río,
un tren maxi-combi.
Kilómetros
de partido
conservador,
de golondrino duro —
es menos árbol,
más zarza
la mimosal,
más terciario
el solar.
Una linde de tejas socarradas.
A
veces
la Virgen de los azulejos.
Un
outlet y otro outlet
entre los conceptuales
brotes
verdes.
Es fácil llegar
con vista oscurecida,
es fácil volverse temporero,
gastando de autobús
la rabadilla,
corvando
la piel
según el plástico.
VAMOS,
DIOS
Sube llindiando,
para
en las casas.
Has de saludar
a
Clelia, la del quiosco.
Has de saludar
a
Manolín de Llorío.
Cría sentido.
Sé país
creciente,
mídete en mapas
como
el niño en el tablón.
Sé cónyuge,
avanza
al acostarnos.
Dios, cuida
esta
pupila de leica,
mis muchas lunares,
los nombres del abuelo.
*Fruela Fernández, Folk,
Pre-Textos, 2013
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