domingo, 20 de octubre de 2013

Yo también te llamé hermana


Entre lo que se experimenta difícil está tratar de vivir

sin anteojeras y aún así mantener una cierta dosis de optimismo y fe en el futuro

 

Mucho de lo que oyes son cosas que son casi

imposibles de imaginar como secuestros o ejecuciones

 

de niños con el fin de vender sus órganos para transplantes, como el ataque

a un país extranjero y la matanza de medio millón de personas

 

para asegurar el abastecimiento energético de la propia nación

y su hegemonía militar en el mundo, como la horrorosa desesperación

 

y desprecio por su vida y la de otros del terrorista suicida, como la carrera

armamentística contra un enemigo que no existiría sin

 

esa carrera, como la obesidad que se cobra tantas vidas o más que

el hambre, que es un problema logístico, no cuantitativo, como el exceso de fe

 

en la violencia física para la solución de prácticamente todos los problemas.

La lista de cosas que uno no puede ni quiere imaginarse

 

puede hacerse interminable como una Via Dolorosa. Justo ahora estamos

en Semana Santa y la tele convierte a Jesús en un sanguinolento picadillo

 

bajo la dirección sadomasoquista de Mel Gibson, quizá no haya que describir

todo el mal como dice Coetzee en la novela Elizabeth Costello

 

y ¿por qué describir tanta tortura, sufrimiento, dolor si no podemos

hacer nada para impedirlo? Hoy es segundo día de Pascua

 

Cristo ha resucitado y el júbilo fluye en la maravillosa música de Pascua

de Bach y Pergolesi. Los hijos han venido a la cena de Pascua, hemos comido

 

un guiso de cordero y bebido vino tinto, en la tele dicen que han descubierto

la tumba de Cristo. Hay demasiadas preguntas y demasiadas respuestas que

 

raras veces corresponden a nuestras preguntas, no parecen tener contacto

unas con otras. Aquí los burgueses han barrido en las elecciones al Parlamento

 

así es que podemos esperar mayores diferencias sociales, más pobres, también

más ricos, y más policía, más vigilantes, perros, controles, violencia e indolencia.

 

Todavía no hemos asimilado la sabiduría de Bismarck: la paz social sólo

se puede garantizar con una política social justa y solidaria. Ahora no se dan

 

cuenta los que se han hecho ricos que todos nos hemos vuelto más pobres

porque ya no tenemos confianza en la sociedad ni pertenencia. John Kenneth

 

Galbraith habla de “cultura de los satisfechos”, sí de la dictadura de la mayoría

satisfecha que se opone a todas las medidas que ayudarían a los pobres.

 

¿Lograremos solucionar los problemas fundamentales del mundo, el cambio

climático, hambrunas genocidios carrera armamentística y guerras antes de que

 

nos hayamos anestesiado de manera que no tengamos fuerzas para vivir la vida

de los otros de forma que ya no vemos ni oímos cómo viven los otros hombres?

 

No soy una persona religiosa pero encuentro nuestro destino bien representado

en el drama de la Semana Santa sobre el dolor sustitutivo, el altruismo

 

que podría liberarnos de las ávidas fauces del capitalismo brutal y del mercado,

sí la libertad del zorro en el gallinero que es nuestra propia libertad de no ver, ni oir ni sentir.
 

 
*Claes Andersson, Antología Cosmopoética X Edición. Córdoba, 2013.
 


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