La hora
española
Alabo los relojes que me envejecen en un día y en un día
me rejvenencen.
MARK STRAND
La
hora española es la hora
indudable,
la que nos clava
en
la edad indudable. Hora y edad
están
emparentadas. Hora y duda
también.
En este instante pero en otro
sitio,
la hora no es mejor
que
la de aquí, si acaso menos hueso, más
con
la consistencia del cartílago.
Tendríamos
que ver si hay un presente
en
la medida aritmética de ambos.
Pensando
en nosotros desandamiaron
todos
los relojes. Ya no hay lecturas válidas
sobre
las campanadas, solamente escuchamos
aquellas
que nos hacen
salivar.
No recuerdo si la costumbre era
dividir
el minuto en segundos, se perdió
un
hábito pero se ganó el sonido
de
otro. Imposible opinar sobre la idea
de
que sean las tres y cuarto aquí.
La
hora española no la vais a entender. Es nuestra
y
no la regalamos, como mucho cedemos
la
franja de apertura de nuestros
museos:
todo el arte del mundo
lleva
la hora de aquí y sin embargo
corremos
persiguiendo la hora
de
los otros. Es un correr en vano: está
el
impedimento abombado de la esfera, la córnea
injusta
que incide sobre el tiempo
y
sobre los horarios de trenes y
voces.
*Mercedes Cebrián, Mercado Común. Caballo de Troya, 2006.
a ver si se embriagan los relojes
ResponderEliminary ganamos desde la infamia, una hora
para desbancar a esos que andan con los números y medidas desde el gobierno y los púlpitos jodiendo las palabras y la dignidad
por mí que se queden con toda esa españa de charanga y pandereta y toda la hora española y los poemas sobre la hora española que no anden en la plaza quemando la vergüenza.
No entiendo el contenido de tu comentario. ¿Podrías reformularlo de una manera más sencilla?
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