Así la
separación
toma forma de
homenaje:
primero zurrarse
con la almohada,
después, alegres
como perros,
relatar el
alboroto, cambiárnoslas
echados en la
colcha.
Es tu babilla burla, lo es la
mía.
Así llega la
separación:
pesando más el
adoquín que la maleta
—la gravedad en
las puntillas—,
el caracolillo
expuesto al frío,
la sacudida del
brazo
con el gesto que
declara
«cada cual paste
en su dula».
Sin ti soy
catafalco,
soy hierba de
cuneta.
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