lunes, 1 de octubre de 2012

Ras Plas


     El realismo sabe siempre dónde detenerse; por ejemplo, los hombres tienen un pene perfecto, completado con vello púbico amorosamente esculpido, mientras que las mujeres no tienen casi ni pubis ni vagina: la mística nazi con sus connotaciones homosexuales domesticaba la realidad anatómica según sus exigencias ideológicas. Y véanse, por último, los Camaradas de Thorak, donde los pies y las manos son más grandes de lo debido, pero no se trata de una tensión expresionista, sino de fanfarronería visual (como quien, solo de palabra, dijera: «Te doy un bofetón, que te pongo la cara del revés»).

*Thorak, Joseph (1889-1952). Camaradas.
*Eco, Umbero. De los espejos y otros ensayos (La ilusión realista). De Bolsillo, 2012.


4 comentarios:

  1. Solo puedo decir que con los camaradas no funciona la famosa "ley de la pistola"

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  2. Depende de si los vemos altos o chaparros. En el primer caso sí funcionaría, en el segundo la contravendría. Me hacen falta algunos datos, ¿tú qué crees?

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  3. Pues queneso nos confirma que no se puede juzgar antea de conocer. Aunque solo sea los atributos

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  4. Y que sigo sin acertar con las teclas del móvil. Eso también

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