El realismo sabe siempre dónde detenerse; por ejemplo, los hombres tienen un pene perfecto, completado con vello púbico amorosamente esculpido, mientras que las mujeres no tienen casi ni pubis ni vagina: la mística nazi con sus connotaciones homosexuales domesticaba la realidad anatómica según sus exigencias ideológicas. Y véanse, por último, los Camaradas de Thorak, donde los pies y las manos son más grandes de lo debido, pero no se trata de una tensión expresionista, sino de fanfarronería visual (como quien, solo de palabra, dijera: «Te doy un bofetón, que te pongo la cara del revés»).
*Thorak, Joseph (1889-1952). Camaradas.
*Eco, Umbero. De los espejos y otros ensayos (La ilusión realista). De Bolsillo, 2012.
Solo puedo decir que con los camaradas no funciona la famosa "ley de la pistola"
ResponderEliminarDepende de si los vemos altos o chaparros. En el primer caso sí funcionaría, en el segundo la contravendría. Me hacen falta algunos datos, ¿tú qué crees?
ResponderEliminarPues queneso nos confirma que no se puede juzgar antea de conocer. Aunque solo sea los atributos
ResponderEliminarY que sigo sin acertar con las teclas del móvil. Eso también
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