Yo voy a puros y
licores,
tú a perfumes,
cremas y maquillajes.
Nos vemos, pues,
en el kiosco.
La lógica del
puerto sin pescado, huele
blando el humano
y el desinfectante,
el horizonte
cambia de sentido.
Han tapado las lunas.
El ramal obliga
y recrea,
divide y regocija.
Soy
aliento-recio un mata moscas forajido,
un señor elegante
con pañuelo.
Huelo a coñac y
prensa, me enrudezco.
Tú aparte de
guapa no eres ceporra.
En realidad nos
gustan los aviones,
pululamos para
coser el aire,
para cumplir el
precepto.
La verdad es que
siempre habrá horóscopo y tabaco.
Hay que romper
la luna para ver
la planicie, el
posarse del tren de aterrizaje.
Arriba, dos
niños inventan
una versión del
juego: «un/dos/tres
Dracón/Solón».
Yo diría un/dos
y basta, así me han enseñado
aunque haga que
me duela la cabeza.
Dices que el mar
parece un azulejo,
no sé si llorar
o aplaudir.
te descubro doblemente, jÓven Guillermo: porque no te conocía blog, y porque no te conociera poema.
ResponderEliminarapúntome ambos.
abrazos pilosos
Visita y traspón cuando apetezcas. Tus nuevas patillas son de traca (valensiana), así da gusto. Saludos desde los nuevos trópicos (Helpenor dice que ya no asoma por aquí ni de coña).
ResponderEliminarAbrazacos. Au!!